Por estos días ha revivido el debate sobre la penalización de la dosis personal, decidido anteriormente a favor de la despenalización mediante una sentencia de la Corte Constitucional en la cual fue ponente Carlos Gaviria, magistrado en ese entonces.
El debate resucitó gracias a ciertos sectores del Congreso que están a favor del gobierno, lo que ha generado el fraccionamiento interno de partidos políticos, no obstante, la discusión sobre este tema no puede ser solo política ni jurídica, también debe ser sociológica, cultural y hasta filosófica.
En primer lugar hay que analizar que después de la guerra fría el planeta se ha dividido en dos, en occidente y en oriente, y pareciera que la tolerancia hacia culturas diferentes no es nuestro fuerte como raza humana, el rechazo por culturas que ni siquiera conocemos ha suscitado varias guerras, pues pesa mas el interés político, económico y religioso que la tolerancia. Ahora bien, ¿Qué tiene que ver esto con la dosis personal? muchísimo, pues hasta que punto el rechazo por culturas diferentes que ven las drogas como una forma de escapar de los problemas, como un viaje al interior del ser humano, como una forma de apaciguar el espíritu, se puede convertir en una excusa camuflada para penalizar la dosis personal, o como lo llama el mismo ex magistrado: “el rechazo a la heterodoxia”, es decir el rechazo a un pensamiento diferente.
Sin embargo, muchos que estén a favor de la penalización dirán que no todos los que consumen drogas los hacen con un pensamiento espiritual o cultural, y es cierto, además el exceso de consumo de drogas puede atentar contra la vida y contra la dignidad humana, tanto como lo hace el alcohol y el cigarrillo; y si el argumento es que atenta contra la vida entonces penalicemos todo lo que es dañino.
Pero el fin de un Estado, y sobretodo de un Estado social de derecho, no puede ser la reprensión por medio de una pena, pues la pena en el derecho penal es vista como una última opción, además, la penalización no puede convertirse en una forma de eludir la educación, pareciera que a nuestro gobierno le es mas barato y mas fácil reprimir que educar.
Por otra parte, se puede argumentar que si la finalidad es solucionar algo, nada se gana el Estado con mandar a la cárcel a un drogadicto, pues una persona en una situación extrema de drogadicción debe ser tratada como alguien enfermo y no como un delincuente.
Finalmente queda el argumento del libre desarrollo de la personalidad, el Estado solo puede interferir cuando la esfera de la libertad de los demás es tocada por quien consume drogas, no obstante, el Estado no puede permitir que un caso de drogadicción extrema sea ignorado, pues en este caso el Estado sería culpable por omisión, pero no por omisión de penalizar, sino por omitir la educación y la rehabilitación. Por último, puede originarse una preocupación: el Presidente, quien es una persona muy inteligente, entendería fácilmente estos argumentos, pero al parecer, la campaña de penalización de la droga, no es tratada como una cuestión social o jurídica, sino como una cuestión política, ¿Hasta qué punto dicha campaña se puede convertir en una forma indirecta de atacar a la oposición, teniendo en cuenta que Carlos Gaviria actualmente es jefe del polo democrático alternativo?
Por: Manuel Jaramillo
El debate resucitó gracias a ciertos sectores del Congreso que están a favor del gobierno, lo que ha generado el fraccionamiento interno de partidos políticos, no obstante, la discusión sobre este tema no puede ser solo política ni jurídica, también debe ser sociológica, cultural y hasta filosófica.
En primer lugar hay que analizar que después de la guerra fría el planeta se ha dividido en dos, en occidente y en oriente, y pareciera que la tolerancia hacia culturas diferentes no es nuestro fuerte como raza humana, el rechazo por culturas que ni siquiera conocemos ha suscitado varias guerras, pues pesa mas el interés político, económico y religioso que la tolerancia. Ahora bien, ¿Qué tiene que ver esto con la dosis personal? muchísimo, pues hasta que punto el rechazo por culturas diferentes que ven las drogas como una forma de escapar de los problemas, como un viaje al interior del ser humano, como una forma de apaciguar el espíritu, se puede convertir en una excusa camuflada para penalizar la dosis personal, o como lo llama el mismo ex magistrado: “el rechazo a la heterodoxia”, es decir el rechazo a un pensamiento diferente.
Sin embargo, muchos que estén a favor de la penalización dirán que no todos los que consumen drogas los hacen con un pensamiento espiritual o cultural, y es cierto, además el exceso de consumo de drogas puede atentar contra la vida y contra la dignidad humana, tanto como lo hace el alcohol y el cigarrillo; y si el argumento es que atenta contra la vida entonces penalicemos todo lo que es dañino.
Pero el fin de un Estado, y sobretodo de un Estado social de derecho, no puede ser la reprensión por medio de una pena, pues la pena en el derecho penal es vista como una última opción, además, la penalización no puede convertirse en una forma de eludir la educación, pareciera que a nuestro gobierno le es mas barato y mas fácil reprimir que educar.
Por otra parte, se puede argumentar que si la finalidad es solucionar algo, nada se gana el Estado con mandar a la cárcel a un drogadicto, pues una persona en una situación extrema de drogadicción debe ser tratada como alguien enfermo y no como un delincuente.
Finalmente queda el argumento del libre desarrollo de la personalidad, el Estado solo puede interferir cuando la esfera de la libertad de los demás es tocada por quien consume drogas, no obstante, el Estado no puede permitir que un caso de drogadicción extrema sea ignorado, pues en este caso el Estado sería culpable por omisión, pero no por omisión de penalizar, sino por omitir la educación y la rehabilitación. Por último, puede originarse una preocupación: el Presidente, quien es una persona muy inteligente, entendería fácilmente estos argumentos, pero al parecer, la campaña de penalización de la droga, no es tratada como una cuestión social o jurídica, sino como una cuestión política, ¿Hasta qué punto dicha campaña se puede convertir en una forma indirecta de atacar a la oposición, teniendo en cuenta que Carlos Gaviria actualmente es jefe del polo democrático alternativo?
Por: Manuel Jaramillo
3 comentarios:
Buen articulo, una tanto político pero con una certera posición. La posibilidad de que la droga atente contra la vida y la dignidad humana, se podría cuestionar, pues, para mi percepción del mundo: Todo individuo es libre de ejercer control y dominio de su vida, más no, la de los demás.
Suerte, ética, respeto y libertad;
Aunque no soy consumidor, estoy de acuerdo con la despenalización no solo de la dosis, sino, del consumo y el comercio. ¿Cuántas personas se beneficiarían económicamente?. Además, la decisión de consumir se incentiva con la prohibición. Lo prohibido es lo más apetecido
Buen debate, buen artículo y demucha actualidad. Bien fudamentado. Felicidades. (El anterior comentario es mio). Bye.
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