Hace unos días, uno de esos días lluviosos; tuve la fortuna de salir y encontrar a un hombre cuyo equipaje lo constituye un talego que llevaba en el hombro. Caminaba lentamente como quien no desea escapar a la lluvia; me disponía a salir apresurada pero la parsimonia resultó ser contagiosa y simplemente corté mis pasos para observarlo. Se encontraba frente a un gatito (obsesionado con las ventanas) así que deje escapar unas cuantas palabras de mi boca; él sonrió y dijo que lo que hacía con el gato era parte de un juego, enseguida comentó que dentro de sus pocas pertenencias contaba con varios gatos, perros, 1 patito, 1 gallina tute (creo) que pone huevos y que le tenia el gallo, todos viven en un ranchito - no me dijo dónde- pero sí que esperaba que no corriera con la mala suerte de dos anteriores, que fueron quemados; ama la compañía de sus amigos y se esmera por conseguir comida para todos.
Una y otra vez insistió en comentar que a pesar de todo se sentía solo y precisaba la compañía de una mujer; pero la mujer de sus sueños encarna el ideal de mujeres de antaño, que antes de de ser compañeras eran esclavas del hogar y la familia, una cosa normal por allá en los tiempos de upa, esos tiempos en que una mujer creía que casarse, tener hijos y cuidar del esposo, los hijos y la casa era su función en la vida, mejor dicho esas mujeres que pensaban que su origen estaba en la costilla de un tal Adán, jajajajaja, afortunadamente esas mujeres se “extinguieron”.
Bueno el caso es que cuando chico tuvo la oportunidad de estudiar pero su padre lo retiró de la escuela, una vez se dio cuenta de sus pilatunas entre las que se contaban robarle dinero y dulces a la señora de la tienda, que para colmo de males era cuñada de su padre,; el hecho de no seguir estudiando le ha representado muchos arrepentimientos, pues se ha ganado la vida de manera muy dura y ha pasado por labores muy difíciles, como recolectar algodón, café, pescar etc.. Hasta que en la actualidad se dedica al reciclaje.
Con algo así como 50 años, ha recorrido casi todo el país, a él le gusta nombrar cada ciudad pero por razones prácticas yo digo que ha recorrido casi todo el país.
Nos acompañamos hasta la 19 con 4ª, me hubiera gustado seguir conversando pero como dije al principio, tenía algo de prisa; así que terminamos por presentarnos –mucho gusto mi nombre es Diego Cardona Cardona, un placer mi nombre es….. –
Ambos dibujamos unas sonrisas mientras él decía: no lo olvide, mi nombre es Diego Cardona Cardona, y así fue no lo olvido sé su nombre a pesar de que soy malísima para recordar nombres.
Por Intrincada
Foto tomada por Carlos Mamahua. http://www.jornada.unam.mx/2000/06/20/fotos.html
2 comentarios:
Muy original, muy crónica, muy humano demostrando la humanidad de intrincada, excelente inicio, felicitaciones.
Por lo visto el encanto al caminar con lentitud cuando la lluvia cae no es solo mió, como tampoco, es solo mía la ciudad, sus calles y su gente. Apropiarse de algo sin evitar que otros también se apropien de lo mismo, es CULTURA. El texto esta del carajo, una buena experiencia que se puede vivir solo cuando se atreve a sentir.
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