viernes, octubre 26, 2007

EL FUERO Y LA RESPONSABILIDAD POLÍTICA


La falta de pantalones de los políticos nacionales no es un hecho desconocido, al contrario, pasó a ser la regla general que gobierna su desvergonzada forma de actuar. Son muchos los hechos que podría utilizar en este momento para ejemplarizar dicha situación, pero quisiera centrarme en uno en especial, que me servirá para hacer una pequeña disertación más allá de apasionamientos y calenturas de momento.

El hecho es la renuncia de algunos congresistas investigados por la para-política al fuero a que se hacen acreedores por su calidad de “padres de la patria”, con el fin de no ser investigados por la Corte Suprema de Justicia sino por la Fiscalía General de la Nación. Esta actitud que fue aceptada por la misma Corte, aparte de ser indignante es a mi modo de ver, totalmente contraria a los mandatos de cualquier sistema democrático.

La razón en que fundamento el anterior argumento es la siguiente: Una de las expresiones fundamentales de la democracia es la participación del pueblo en la toma de las decisiones, como de la misma etimología de la palabra se desprende, pero como es ya sabido, sería imposible que una nación de más de 42 millones de personas pudiera reunirse a realizar esta labor.

Fue por esta razón que se creó la figura de la democracia representativa que consiste en que los ciudadanos escogen con plena libertad y mediante el voto a sus representante para que ellos sean los que efectivamente, amparados por la legitimidad, decidan sobre la sociedad a la que representan. Es por esto que la calidad de la función que cumplen estos representantes les impone unos derechos y obligaciones especiales que deben disfrutar por un lado y por el otro cumplir con celo. Uno de estos deberes-obligaciones es el fuero, que les otorga la facultad de ser juzgados por los Tribunales Superiores del país lo que garantiza no solo sus derechos sino los de la sociedad entera.


Es por esto que el fuero debe ser respetado y no violentado de manera cobarde por los que llevan los hilos de este país, porque no solo ampara los derechos de los representantes sino que garantiza de manera efectiva los derechos de la comunidad
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David Díaz Cano

jueves, octubre 04, 2007

VISITA AL PATIO QUINTO

PRIMERA PARTE

POST SCRIPTUM

Cinco de noviembre de 2006.
8:30 a.m.

Uno a uno nos íbamos reuniendo frente al Centro Penitenciario de la 40. Intermitentes, algunos rayos del sol matutino se escapaban por los hoyos de las nubes y llegaban directo a nuestros ojos soñolientos mientras esperábamos el avance de la fila de ingreso. Con la fundada incertidumbre por su seguridad, ya el dinero y demás objetos de valor habían sido guardados en un pequeño local continuo a la cárcel en donde además alquilaban sandalias y faldas para las mujeres visitantes. Éramos diez personas. Nueve estudiantes de tercer año de derecho y el maestro orientador de la asignatura penal. Para nosotros, una experiencia nueva en nuestra corta vida; para él, el pan de cada día.

Quien quisiera entrar debía someterse a registro completo de datos personales, presentación de documento de identidad, sello de visitante, sello invisible, requisa corporal completa, decomiso de correas y objetos contundentes, entre otras medidas.

-Es por su seguridad. –Afirmaban los guardias-.


Realizados estos procedimientos a la totalidad del grupo, nos hallamos listos para probar un poquito del obligado mundo cotidiano de más de un centenar de asesinos, extorsionistas, secuestradores, atracadores y traficantes de estupefacientes. La humedad y el frío del pasillo conducente al patio quinto coadyuvaban a aumentar la ansiedad creciente. El murmullo parecido al de una escuela primaria en pleno recreo se hacía cada vez más nítido. Podíamos divisar a través de los largos ventanales ubicados en la parte superior de la pared el cielo que en un momento compartiríamos con aquellos condenados. El encuentro era ya inevitable. Cruzamos la última puerta y como si tuvieran un mecanismo de resortes incorporado a su humanidad nos hicieron corillo rostros inclementes, sin darnos tiempo siquiera de parpadear.

Por: SAMGAR
Imagen: Google