miércoles, noviembre 08, 2006

TRES PUNTOS SUSPENSIVOS

EL BAMBUCO NO SE CANTA CON CORBATA








Proveniente de las breñas de la zona andina, inspirado en lo cotidiano y en el amor a la patria, melodiosamente acompañado de tres ilustres cordófonos como lo son el tiple, la guitarra y la bandola, con aroma a flores, sabor a café y del color de las esmeraldas, considerado como el aire nacional colombiano, el bambuco fue el invitado de honor el pasado puente festivo en la capital del Risaralda, al celebrarse el 15° Concurso Nacional del Bambuco Luis Carlos González.

Maravilloso fue acudir a la cita con nuestras raíces, con la música que enamoró a nuestros abuelos y los acompañó en las montañas a lomo de caballo, música con la cual rieron y lloraron, inspirada en la tierra y en el campo, y de la cual estamos llenos, porque se lleva en la sangre y por las venas llega al corazón; la cita fue con aquella música que no se escucha en las emisoras y no se pronuncia en los colegios, aquella música de la que no se hacen conciertos y mucho menos se venden discos en las tiendas, aquella música de la que si acaso sabemos el nombre pero la cual es transpirada por nuestra tierra colombiana.

Sin embargo noté con preocupación como el género musical que deseaba escuchar no había sido la excepción en la era de cambios en que vivimos, la verdad en algunas interpretaciones escuché algo parecido a cualquier cosa menos a un bambuco, juegos de voces que daban melodías casi anglosajonas y aires que eran extraños a la tierra, trajes muy elegantes pero que no se identificaban con lo que cantaban. La verdad fue algo que no se pudo pasar por alto.

Al principio pensé que era solo un capricho mío, pero al ver salir a escena a un dueto de jóvenes “Diana y Paulo” o “Rojas y Mosquera” entre otros, vestidos de pies a cabeza cual campesino de la región, con alpargatas, poncho y sombrero, machete y carriel, trenzas y falda de flores, el público realmente se estremeció y supe lo que realmente había ido a ver, pues la verdad no me interesaban organetas o bajos electrónicos, me interesaban las cuerdas y la ironía tímida de las letras bambuqueras; el estallido de aplausos confirmó lo que yo pensaba, y la verdad ya no había lugar a dudas y es que el bambuco no se canta con corbata.

Para terminar mil felicitaciones a la Fundación Luis Carlos González, que cada año en el mes de noviembre reúne los mejores exponentes de la mùsica bambuquera. El llamado es a que conozcamos nuestra música, dándole un espacio a lo de la tierra, y no hay mejor manera que escuchando un buen bambuco, pues como dice el tema de Luis Carlos Gonzalez:

“Compañero, compañero
no es la vida tan amarga
si es del amor escudero
este lema de mi raza
aunque neguemos la enjalma
y el ancestro caminero,
llevamos dentro un arriero
que le da perrero al alma”


Por: EDUARDO LONDOÑO RODRIGUEZ, (famlondo901@hotmail.com)

martes, octubre 31, 2006

HERAUT





Leyendo el Periódico El Tiempo del día domingo me encontré con una entrevista hecha al director de cine colombiano Felipe Aljure, que se encuentra próximo a estrenar su última película, “El Colombian Dream”. De todas las respuestas dadas por este señor, la que más me impacto y con la cual me sentí mas identificado fue la siguiente, “de 100 muertos que hay en el negocio (de las drogas), 99 son por el negocio y 1 por sobredosis. Si se legaliza, el problema se minimiza a un uno por ciento”. Aunque me es un poco difícil ratificar esa cifra exactamente como se propuso, si creo que es muy acertada.


La percepción que tengo acerca de las drogas y del problema que ésta genera en todo el mundo y en especial en Colombia, es que la política de prohibición ha fracaso totalmente desde el punto de vista de donde se mire, y que se requiere que se de auge a propuestas que en el pasado sonaron subversivas pero que están tomando fuerza en la actualidad, una de ellas es la legalización.


Escudriñando un poco los resultados de la prohibición del consumo y la venta de estupefacientes se encuentran los siguientes datos: aumento en el negocio del narcotráfico, lo cual genera muertes, corrupción, patrocinio a grupos terroristas como las FARC, la Autodefensas y el ELN, una economía sin fondo, y una crisis social y cultural totalmente “traquetizada” donde se han perdido los valores, además de un aumento increíble del consumo en todos los escalones de la sociedad.

Y es que la política de prohibición a funcionado a la inversa, no se si los que la plantean tienen buenas intenciones pero esto parece mas un negocio muy rentable que una política de Estado para luchar frontalmente con este flagelo.

Tampoco entiendo la diferencia de trato entre el alcohol, el cigarrillo y los estufecientes, los primeros dos son absolutamente legales y son los que sostienen la educación y la salud en este país, y producen tantos males como las drogas pero como no existe nada de coherencia en las políticas.

Además los que hablan en pos de la legalización argumentan que el consumo de drogas es un problema de salud pública y que la única forma de prevenirlo es prohibiendo el consumo, cosa que es totalmente falaz ya que éste se debe atacar de manera contraria, no prohibiendo sino haciendo una agresiva campaña de educación y no creyéndose el cuento de que si se dice después de cada propaganda de cerveza “el consumo de alcohol es perjudicial para la salud”, se esta acabando con el consumo.

Otro aspecto que es importante tratar aquí es la dosis personal. Aunque respeto al señor Carlos Gaviria Díaz, por ser un excelente jurista y hacer parte de mi ideología política no estoy de acuerdo con la argumentación hecha por éste en la sentencia sobre la dosis personal, básicamente por dos aspectos fundamentales: primero porque es totalmente incoherente que no se pueda producir la droga pero si consumirse, y segundo porque el problema del consumo no es un problema de libre desarrollo de la personalidad sino un problema de salud pública que el Estado está en obligación de prevenir pero no a través del catalogo de conductas punibles.


Otro ángulo del asunto es el problema social que genera la penalización de la droga. Es increíble ver personas que reportan más de cinco sentencias en firme porque portaban drogas en cantidades mínimas, y entran y salen de la cárcel como si fuera su hogar, mientras los grandes capos mantienen en los centros comerciales, construyendo casas lujosas y negociando el país con el gobierno. Ahi es donde uno se pregunta ¿Sirve de algo la penalización desde el punto de vista criminológico?



Para terminar quisiera invitar a los lectores a considerar esta posibilidad anteriormente propuesta por García Márquez y Savater, y a que apoyen el cine colombiano llenando los teatros donde se presente el colombian Dream.


Por: David Díaz Cano