EL BAMBUCO NO SE CANTA CON CORBATA
Proveniente de las breñas de la zona andina, inspirado en lo cotidiano y en el amor a la patria, melodiosamente acompañado de tres ilustres cordófonos como lo son el tiple, la guitarra y la bandola, con aroma a flores, sabor a café y del color de las esmeraldas, considerado como el aire nacional colombiano, el bambuco fue el invitado de honor el pasado puente festivo en la capital del Risaralda, al celebrarse el 15° Concurso Nacional del Bambuco Luis Carlos González.
Maravilloso fue acudir a la cita con nuestras raíces, con la música que enamoró a nuestros abuelos y los acompañó en las montañas a lomo de caballo, música con la cual rieron y lloraron, inspirada en la tierra y en el campo, y de la cual estamos llenos, porque se lleva en la sangre y por las venas llega al corazón; la cita fue con aquella música que no se escucha en las emisoras y no se pronuncia en los colegios, aquella música de la que no se hacen conciertos y mucho menos se venden discos en las tiendas, aquella música de la que si acaso sabemos el nombre pero la cual es transpirada por nuestra tierra colombiana.
Sin embargo noté con preocupación como el género musical que deseaba escuchar no había sido la excepción en la era de cambios en que vivimos, la verdad en algunas interpretaciones escuché algo parecido a cualquier cosa menos a un bambuco, juegos de voces que daban melodías casi anglosajonas y aires que eran extraños a la tierra, trajes muy elegantes pero que no se identificaban con lo que cantaban. La verdad fue algo que no se pudo pasar por alto.
Al principio pensé que era solo un capricho mío, pero al ver salir a escena a un dueto de jóvenes “Diana y Paulo” o “Rojas y Mosquera” entre otros, vestidos de pies a cabeza cual campesino de la región, con alpargatas, poncho y sombrero, machete y carriel, trenzas y falda de flores, el público realmente se estremeció y supe lo que realmente había ido a ver, pues la verdad no me interesaban organetas o bajos electrónicos, me interesaban las cuerdas y la ironía tímida de las letras bambuqueras; el estallido de aplausos confirmó lo que yo pensaba, y la verdad ya no había lugar a dudas y es que el bambuco no se canta con corbata.
Para terminar mil felicitaciones a la Fundación Luis Carlos González, que cada año en el mes de noviembre reúne los mejores exponentes de la mùsica bambuquera. El llamado es a que conozcamos nuestra música, dándole un espacio a lo de la tierra, y no hay mejor manera que escuchando un buen bambuco, pues como dice el tema de Luis Carlos Gonzalez:
“Compañero, compañero
no es la vida tan amarga
si es del amor escudero
este lema de mi raza
aunque neguemos la enjalma
y el ancestro caminero,
llevamos dentro un arriero
que le da perrero al alma”
Por: EDUARDO LONDOÑO RODRIGUEZ, (famlondo901@hotmail.com)
Maravilloso fue acudir a la cita con nuestras raíces, con la música que enamoró a nuestros abuelos y los acompañó en las montañas a lomo de caballo, música con la cual rieron y lloraron, inspirada en la tierra y en el campo, y de la cual estamos llenos, porque se lleva en la sangre y por las venas llega al corazón; la cita fue con aquella música que no se escucha en las emisoras y no se pronuncia en los colegios, aquella música de la que no se hacen conciertos y mucho menos se venden discos en las tiendas, aquella música de la que si acaso sabemos el nombre pero la cual es transpirada por nuestra tierra colombiana.
Sin embargo noté con preocupación como el género musical que deseaba escuchar no había sido la excepción en la era de cambios en que vivimos, la verdad en algunas interpretaciones escuché algo parecido a cualquier cosa menos a un bambuco, juegos de voces que daban melodías casi anglosajonas y aires que eran extraños a la tierra, trajes muy elegantes pero que no se identificaban con lo que cantaban. La verdad fue algo que no se pudo pasar por alto.
Al principio pensé que era solo un capricho mío, pero al ver salir a escena a un dueto de jóvenes “Diana y Paulo” o “Rojas y Mosquera” entre otros, vestidos de pies a cabeza cual campesino de la región, con alpargatas, poncho y sombrero, machete y carriel, trenzas y falda de flores, el público realmente se estremeció y supe lo que realmente había ido a ver, pues la verdad no me interesaban organetas o bajos electrónicos, me interesaban las cuerdas y la ironía tímida de las letras bambuqueras; el estallido de aplausos confirmó lo que yo pensaba, y la verdad ya no había lugar a dudas y es que el bambuco no se canta con corbata.
Para terminar mil felicitaciones a la Fundación Luis Carlos González, que cada año en el mes de noviembre reúne los mejores exponentes de la mùsica bambuquera. El llamado es a que conozcamos nuestra música, dándole un espacio a lo de la tierra, y no hay mejor manera que escuchando un buen bambuco, pues como dice el tema de Luis Carlos Gonzalez:
“Compañero, compañero
no es la vida tan amarga
si es del amor escudero
este lema de mi raza
aunque neguemos la enjalma
y el ancestro caminero,
llevamos dentro un arriero
que le da perrero al alma”
Por: EDUARDO LONDOÑO RODRIGUEZ, (famlondo901@hotmail.com)
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