Entre edificios ya construidos y construcciones en proceso de edificación, se hallan lugares donde los sonidos se tornan más fuertes y profundos, resguardos en la oscuridad donde la seguridad no corre peligro; sitios de ideas ajenas que se apoderan de la mente de quien quiera adoptarlas para tomarlas y transformarlas o simplemente reproducirlas. Son las salas de cine de mi ciudad, aquellos espacios que a pesar de su lejanía -económica- en algunos casos, siempre estarán abiertas para aquel que se atreva a mirar cómo piensan y ven el mundo otras personas que se aventuran a revelar su pensar.
En dichos lugares -13 con exactitud, escapándoseme uno u otro que nace y muere no para la eternidad, en algunos momentos del absurdo pero necesario tiempo- las realidades se exaltan sin importar que tan ficticio se torne el celuloide. Las emociones se exponen, en cada plano que sustenta la premisa del guión, y ante todo, lo humano –algo que en la mayoría de sus expresiones no es muy agradable para mi percepción- se refleja minuto a minuto durante la proyección.
En el mismo lugar, las ideas de otros valientes que se atreven a exponerlas para compartirlas y mostrar sus condiciones, que casi siempre –sólo si el espectador está dispuesto- llega a cuestionarnos sobre nuestra realidad; toman forma y se plasman en un carrete que revolución tras revolución se alejan de su creador para llegar a ofrecerle a ese espectador la posibilidad de mirarlas y modificarlas según su intención.
Es entonces espectador de letras muertas o vivas, que le invito a pensar, que tras esa imagen que nos llega, hay todo un trabajo de días, semanas, meses e incluso años, de quienes deciden abordar la vida por el lado del arte de sugerir, no para vivir, sino, para hacer sentir.
Porque el que cine se atreve a mirar, corre el riesgo de perderse en un mundo de acción, fantasía, humor, drama e incluso terror; tan parecido al que se esconde tras la piel y se resguarda entre ropas y lujos, que hasta un delirio le puede causar. Si eres un afortunado espectador de la esencia humana –en lo bueno y lo malo- arriésguese a compartir con su interior o simplemente con el silencio de una reflexión, que tan importante es vivir sintiendo, y sentir que se vive soñando.
Si otros se atreven a proponerle sentir, ¿por qué usted no se atreve a ver… o mejor a mirar?, Propóngase ser un espectador de la vida real; atrévase a apropiarse de su casa, de su calle y de su ciudad como epicentro de realidades, tan suyas como mías, sin importar que tan ajenas no las plantee el medio social.
Y ya, me debo alejar de estas letras que parecieran un texto robado de un libro de superación personal, pero sólo tienen como objetivo: invitarle a conocer y vivir el cine de su ciudad.
“La mejor película, es la vida de aquel que se atreve a observar para analizar su realidad”
Texto:Alejandro Campos
Fotografía: Alejandro Campos
4 comentarios:
cierto... la vida es una película mejor que cualquier trama del septimo arte en holliwood... aparte tiene finales inesperados...
de todo tipo...cierto... la vida de uno se merece todos los "OSCAR" posibles...
Muy buen artículo,es agradable la forma en que aborda el tema.
Desde la óptica en que trata el tema me hizo reflexionar y sobre todo me invitó a ver el cine de mi ciudad.
Gregorio Samsa...Buen aporte para oxigenar un poco la p�gina. Muy bueno que incursione en la escritura y la fotograf�a. Felicitaciones���
Muy buen aporte, gran realidad; que poco a poco se pierde por el cine casero.
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