jueves, octubre 04, 2007

VISITA AL PATIO QUINTO

PRIMERA PARTE

POST SCRIPTUM

Cinco de noviembre de 2006.
8:30 a.m.

Uno a uno nos íbamos reuniendo frente al Centro Penitenciario de la 40. Intermitentes, algunos rayos del sol matutino se escapaban por los hoyos de las nubes y llegaban directo a nuestros ojos soñolientos mientras esperábamos el avance de la fila de ingreso. Con la fundada incertidumbre por su seguridad, ya el dinero y demás objetos de valor habían sido guardados en un pequeño local continuo a la cárcel en donde además alquilaban sandalias y faldas para las mujeres visitantes. Éramos diez personas. Nueve estudiantes de tercer año de derecho y el maestro orientador de la asignatura penal. Para nosotros, una experiencia nueva en nuestra corta vida; para él, el pan de cada día.

Quien quisiera entrar debía someterse a registro completo de datos personales, presentación de documento de identidad, sello de visitante, sello invisible, requisa corporal completa, decomiso de correas y objetos contundentes, entre otras medidas.

-Es por su seguridad. –Afirmaban los guardias-.


Realizados estos procedimientos a la totalidad del grupo, nos hallamos listos para probar un poquito del obligado mundo cotidiano de más de un centenar de asesinos, extorsionistas, secuestradores, atracadores y traficantes de estupefacientes. La humedad y el frío del pasillo conducente al patio quinto coadyuvaban a aumentar la ansiedad creciente. El murmullo parecido al de una escuela primaria en pleno recreo se hacía cada vez más nítido. Podíamos divisar a través de los largos ventanales ubicados en la parte superior de la pared el cielo que en un momento compartiríamos con aquellos condenados. El encuentro era ya inevitable. Cruzamos la última puerta y como si tuvieran un mecanismo de resortes incorporado a su humanidad nos hicieron corillo rostros inclementes, sin darnos tiempo siquiera de parpadear.

Por: SAMGAR
Imagen: Google

sábado, septiembre 29, 2007

CULTURAL

EL ALMA

–“¿Qué es, caballeritos lo que os muestro?”
–“Un reloj, claro está”.
–“¿Por qué?”
–“Porque anda”

Responden unos niños al maestro que aquello les demanda, suspendiendo un reloj de doble caja: en la otra asoma el reloj, y les cambia la pregunta:
–“¿En dónde está el reloj?”
–“En la derecha”.
–“¿Y por qué?”
–“Porque aquello es lo que anda, y lo que anda es el reloj, y el resto es caja”.

Entonces les baraja las manos y las cosas, de tal modo que ni con ojos de escuelantes puedan advertir cómo repartidas quedan;
Y torna a preguntar:
–“¿Dónde lo he puesto?”
Ellos al punto acercan el oído y dicen
:
–“¡En la izquierda, por supuesto!”
–“¿Y en la izquierda por qué?”
–“Porque el sonido lo denuncia bien presto”

Por último el maestro descompuso en cuatro piezas la vetusta alhaja; máquina, muestra, caja y sobrecaja.

–“¿Dónde está?”
Les repite y la caterva con señalar la máq
uina repuso.
–“¿Cómo, dijo él; reloj este esqueleto?”
–“Si señor, pues sin él cualquiera puede observar que el puntero está quieto; luego quien lo hace andar es el sujeto”.

–“¡Bien! –Dijo el pedagogo– Este diurno señalador del tiempo no es más que una invención del alma humana, hecha a imagen del hombre, que a su turno lo es de la omnipotencia soberana.


Nuestro cuerpo es la caja, el hospedario de un reloj inmortal; y aunque el primero se hunda en la mar, o el fuego lo consuma, el alma, hoy a los ojos escondida, seguirá andando, y con andar, la vida.



JOYAS DE LA LITERATURA COLOMBIANA, Rafael Pombo

Entre risa y desdén, el alma siempre será el núcleo del ente, cualquiera que sea. En el hombre el alma son los principios morales que rigen su vida, el deber de hacer el bien y la necesidad de encontrar la paz interior, el alma no es más que la sensibilidad propia del interior; aquella que no se advierte aunque se llore en silencio. Es cuestión de credibilidad y de convicción, el alma no es una sustancia invisible que surca el aire cuando este o aquel perece, el alma es la esencia de la cosa, la utilidad o el instinto primario de necesariedad, en el alma se escribe el valor, el objetivo y la finalidad; es materia inteligible, es metempsicosis, es hacer, omitir o permitir, es la verdad radicada apenas frente a nuestros ojos, una verdad acorde entre el corazón propio de la cosa y el núcleo único del universo. Por ello se ama, se ríe y se grita, pues bien se agita en ella una sopa de pequeñeces que en suma producen un caos, una religión, un partido político, una nación o quizás otra alma, para el complemento de esta gran alma que es la existencia. Mira que de gota en gota se hace un aguacero.

Elbert ACE.
Coes.2@hotmail.com
FOTOGRAFÍA PROPIA